Tengo mucha suerte de vivir en Barcelona. Quizá los que han vivido aquí toda la vida no sepan apreciarlo pero, creedme, una provinciana como yo sabe las oportunidades que hay en esta ciudad. Y no, no hablo de trabajo (que también), sino de cultura.
El pasado sábado tuve el honor de asistir al showroom donde un desconocido pero, próximamente, artista de referencia japonés, pre-inauguraba su estudio de trabajo. Y no fue nada de vestidos de gala, de champán y caviar. No. Fue como a mí me gusta. Auténtico: cerveza, perritos calientes, buena música y grata compañía.